Antes del verano se puso a la
venta en San Petersburgo el apartamento donde en 1941 el compositor ruso
Dimitri Shostakovich compuso su Séptima sinfonía, Leningrado, en do mayor, opus 60. El inmueble, construido en 1914, está situado en la calle Kronverkskaia, y tiene
240 metros cuadrados. El precio del apartamento está sobre el millón y medio de
euros pero, por ahora, no se ha vendido aunque la publicidad que acompaña la
oferta inmobiliaria dice que “Al comprar este apartamento, usted está comprando
un pedazo de historia musical no sólo de nuestro país, sino de todo el mundo”.
La Séptima sinfonía de
Shostakovich es uno de los símbolos de la actitud y de la determinación de los
habitantes de Leningrado durante el asedio que sufrieron durante la IIGM por
parte de las tropas del Eje. Durante el primer mes del asedio en agosto de 1941
el compositor soviético empezó a trabajar en el primer movimiento en su ciudad
natal mientras los bombardeos y combates se convirtieron en parte esencial del
día a día de sus habitantes. Cuatro meses después, el compositor terminó su
obra, y Stalin ordenó evacuarle de la ciudad por avión. También vía aérea fue
lanzada la partitura a la ciudad sitiada en el mes de marzo de 1942. El
objetivo era interpretar la obra en Leningrado, ya que se había estrenado el 5
de marzo de 1942 en el Teatro Bolshoi de Moscú en un concierto retransmitido a
todo el país por radio.
Cuenta Solomon Volkov en su libro
“El coro mágico. Una historia de la
cultura rusa de Tolstói a Solzhenitsyn” que “un importante episodio simbólico
que fomentó la transformación de la sinfonía en una obra cuasi-religiosa fue su
interpretación en Leningrado. Organizada con una eficiencia extraordinaria por
orden de Stalin, como si fuera una auténtica operación militar, los famélicos
músicos de Leningrado la tocaron el 9 de agosto de 1942, en una ciudad
considerada por aquel entonces como una ciudad mártir”.
El trombón Viktor Orlovsky, uno
de los dos músicos supervivientes que interpretaron la partitura en agosto de
1942, recuerda en el libro de Michael Jones “El sitio de Leningrado” que “ser
artista durante el asedio fue una experiencia tanto abrumadora como
desgarradora. Las salas estaban siempre atestadas, algo que me parecía
extraordinario”. El ejército Rojo, consciente de la importancia del evento
instaló altavoces orientados hacia las líneas enemigas por todo el perímetro
defensivo de la ciudad.
Por cierto, en la página web de
la inmobiliaria
hay un video de una televisión rusa donde se puede ver el estado actual de la
vivienda.
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