viernes, 17 de agosto de 2012

¡Hagan sitio! Harry Harrison o la superpoblación como arma de destrucción masiva


El pasado 14 de agosto falleció a los 87 años de edad el escritor norteamericano de ciencia- ficción Harry Harrison cuyo mayor éxito fue la novela “Hagan sitio, hagan sitio” (1963) que inspiró la película “Cuando el destino nos alcance” (Soylent Green, 1973) protagonizada por Charlon Heston y Edward G. Robinson. Nacido en 1925 en la localidad norteamericana de Stamford (Connecticut), Harrison fue un firme defensor del esperanto y un destacado editor e ilustrador de novelas de ciencia ficción. Empezó publicando bajo diferentes seudónimos, pero el reconocimiento le llegó con su sga satírica  The Stainless Steel Rat (1961), traducida al castellano como "Universo cautivo" , y que comprende diez novelas, la última publicada hade dos años. Además, Harrison trabajó varios años con el británico Brian Aldiss en la edición de diversas antologías de relatos de ciencia-ficción de los años 40, 50 y 60 del pasado siglo. También destaca en su obra, las novelas "Bill, el héroe galáctico" (1965), y "Mundo muerto" (1962)


Pero la figura de Harrison se hizo famosa por la adaptación a la gran pantalla de “Make room, make room” o “Hagan sitio, hagan sitio” en su traducción al castellano, su novela más conocida. La película cambió la trama original considerablemente, pero recoge, como el texto, el pavor que en la década de los años 50 del pasado siglo provocaba la posible superpoblación del planeta en el año 2000.

La novela apareció por entregas en el magazine británico “Impulse” y años después el autor explicó en una entrevista en el Locus Magazine, cómo ideó la trama de su obra más conocida. “La idea vino de un hindú que encontré después de la guerra, en 1946. Él me dijo, “La superpoblación es el problema más grande en el mundo” (nadie se había enterado de esto en aquel tiempo) y él dijo “¿Quiere hacer mucho dinero, Harry? ¡Usted tiene que importar anticonceptivos de goma para la India!” No me importa ganar dinero, pero no quise ser el rey de los preservativos de la India!”

Harrison fue el pionero en alertar sobre los problemas y consecuencias de la superpoblación, y abrió la veda para que otros autores escribieran sobre ello como John Brunner en otro clásico sobre este tema, “Todos sobre Zanzíbar” (1979). Los temas que subyacen en la novela son la importancia del control de la natalidad y el desarrollo sostenible como herramientas para superar la evidente superpoblación del planeta a medio plazo. De esta manera, el libro describe que la destrucción ambiental ha convertido a la población en  gente apática. Además, casi todo el transporte mecanizado ha sido sustituido por la mano de obra humana, y la mayor parte de las tierras de labranza han sido envenenadas por la contaminación. El gobierno apenas puede proporcionar el alimento y la bebida básica a una población desordenada que se apiña en unas ciudades que se descomponen.

Harrison utiliza la investigación de un crimen para dibujar cómo se viviría en una ciudad de Nueva York poblada por 35 millones de personas en 1999.  Los ciudadanos tienen una dieta a base de hamburguesas y de una harina de avena llamada Ener-G. Para beber, los habitantes de la ciudad tienen unos tanques en casa que tienen que rellenar cuando se vacían. “Manhattan se ha proyectado hacia arriba – escribe Harrison en su novela-, alimentándose con su propia carne a medida que arranca los edificios antiguos para reemplazarlos por los nuevos, irguiéndose más altos, más altos… pero nunca lo bastante altos, ya que no parece existir  ningún límite a la gente que se apretuja aquí. Ejercen presión  desde el exterior y crean sus familias, y sus hijos  y los hijos de sus hijos crean familias, hasta que esta ciudad está poblada como ninguna ciudad lo ha estado en la historia del mundo.”

El merito de Harrison fue el de escribir sobre la superpoblación en una década en la que en los EE.UU predominaban los relatos y películas de ciencia ficción sobre desastres nucleares, sobre platillos volantes de planetas lejanos, y viajes intergalácticos. Solo hace falta visionar unos cuantos capítulos de la serie The Twilight Zone (1959-1964) para comprobar como el riesgo de la superpoblación no era un tema que se tratara habitualmente en la series de ficción de esa época.

El escritor puso sobre la mesa una pregunta más que real que hoy día sigue teniendo una vigencia aplastante: ¿acabará la superpoblación con los recursos naturales del planeta?




martes, 12 de junio de 2012

Los diarios de la historia: Ana Frank y Petr Ginz


De todas las maneras que tenemos los humanos para recordar alguna época o pasaje de la historia, seguramente la más emotiva y directa es a través de los diarios. Escritos en primera personas, los diarios hacen públicos hechos y detalles poco conocidos de la historia de un país, ciudad, o región. Pero de entre todos los diarios que se han escrito, o que se han hecho públicos, tal vez los escritos por niños o adolescentes durante un período de guerra son los más interesantes. Como afirma el vicesecretario general de la ONU Olara A. Otunnu, “Las voces de estos niños y niñas nos ayudan a comprender cómo los horrores de la guerra  destruyen la inocencia de la infancia y corrompen el bien más precioso que poseemos: nuestros niños”.

Cuando pensamos en diarios escritos por niños durante una guerra, el primer ejemplo en el que pensamos es el Diario de Ana Frank. Escrito entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, por una joven holandesa de origen alemán en un Amsterdam ocupado por las tropas nazis. En un principio, la forma de este diario fue epistolar, pero Ana después de escuchar por la radio al ministro de educación holandés en el exilio afirmando que después de la guerra se tendrían que publicar todos los testimonios del sufrimiento de su pueblo, decidió reescribirlo y darle una forma más cercana al diario.

La familia Frank vivió en un escondrijo situado en una casa en un canal en el lado occidental de Amsterdam desde el 9 de julio de 1942 hasta principios del mes agosto de 1944. El 4 de agosto de ese año, la Gestapo entró en la casa en la que se refugiaban los Frank y los detuvo a todos gracias a una persona que les delató. A día de hoy la identidad del delator o delatores es todavía un misterio.
Ana fue enviada al campo de concentración de Auschwitz el 2 de septiembre de ese mismo año, y posteriormente al de Bergen-Belsen donde murió de tifus el 12 de marzo de 1945, casi un mes antes de que los aliados llegaran a las puertas del campo. Dos de las personas que protegían a la familia de Ana guardaron el diario por si la joven volvía del campo de concentración.

El único miembro de la familia Frank que sobrevivió al encierro fue el padre, Otto. Después de recuperar el diario, el patriarca de la familia decidió publicarlo en 1947 con el título de “La casa de atrás”. Para su publicación Otto Frank tomó la versión original del diario y la combinó con otra que había escrito su hija de una manera más abreviada.
 La diferencia del diario de Ana Frank con el resto de diarios escritos por niños o adolescentes es la angustia vital de quién se sabe encerrado en una ratonera como Amsterdam y, además, oye y ve al gato en forma de soldados nazis y policías de la Gestapo.  

Otro diario menos conocido es el que escribió el joven checo Petr Ginz (Praga 1928- Austchwitz 1944) entre 1941 y 1942 en la ciudad de Praga. Dotado de un talento polifacético para la creación artística, la lectura de los diarios de Ginz nos proporciona una visión única de la situación que se vivió en la Praga ocupada por los nazis. A diferencia de otros diarios, Ginz que contaba con trece años cuando empezó a escribirlo, no pretendía realizar una obra literaria sino más bien anotaba todo lo que sucedía en su entorno. De esta manera el 1 de octubre de 1941 anota que “Han fusilado a un montón de gente por preparar sabotajes, por tenencia ilegal de armas, etc”. El 23 de noviembre del mismo año, Ginz escribe que “Los transportes a Polonia (de judíos) han quedado provisionalmente suspendidos (hasta ahora salieron 5.000 personas en cinco transportes) y vuelven a llevarse a la gente a trabajar a Terezin (campo de concentración situado a 60 kilómetros al noroeste de Praga)”.

La característica que hace de este diario un documento de excepción, a veces superior al escrito por Ana Frank, es que Ginz cuenta en primera persona cómo afecta a la comunidad judía de Praga la ocupación nazi. El joven escribe cómo se organizan los convoyes a los campos de concentración de Polonia, cómo el Consejo de Judíos ayuda en la logística de los envíos de familias enteras a los campos, cómo actúan los simpatizantes nazis checos, y cómo se requisan en diciembre de 1941 todos los esquís o botas de invierno a los judíos para enviarlos al frente de Rusia.


Ginz sintetiza en una frase todo lo que está viendo: “En realidad pasan muchas cosas, pero no se notan. Lo que resulta ahora totalmente corriente, hubiese sido motivo de escándalo en una época normal”. El joven también escribe un poema que refleja todas las penurias que tienen que sufrir los judíos de su ciudad. En uno de los versos dice:

“Acostúmbrate a ir a pie

Haga buen tiempo o llueva.

No salgas de tu edificio

Y ni se te ocurra tomar el tren”



Ginz añade al final que:

“[…] pero el judío sigue sin quejarse.

Solo atiende al reglamento y sigue siempre con todo contento”

El joven fue trasladado al gueto de Terezin en octubre de 1942 donde siguió dibujando y escribiendo. Fundó, junto con otros presos, Vedem, un semanario donde publicó poemas, relatos, y dibujos. En 1944 fue deportado al campo de Auschwitz donde murió el 28 de septiembre gaseado. Curiosamente en esa época Ana Frank estuvo también en el mismo campo que Ginz, aunque los prisioneros vivían separados por sexos, hasta que el 28 de octubre cuando fue trasladada al de Bergen-Belsen.

Un dibujo del planeta Tierra visto desde la Luna fue elegido por el astronauta israelí Ilan Ramón para llevarlo consigo en la misión del transbordador Columbia que se realizó en 2003. Cuando la nave espacial reentró en la atmosfera se partió en dos, y toda la tripulación murió. El accidente ocurrió el 1 de febrero de 2003, fecha que coincidía con el 75 aniversario del nacimiento de Ginz.






martes, 22 de mayo de 2012

Bernhard Weiss: el policía judío que encarcelaba a nazis


Bernhard Weiss (Berlín, 1880- Londres, 1951) fue un abogado de origen judío y Vicecomisario de la policía de Berlín durante los convulsos años que siguieron a la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial. Weiss protagonizó hace 85 años una de las primeras campañas propagandísticas promovidas por el Partido nazi para hacer dimitir a un funcionario público de aquel país.

Antes de finalizar la guerra europea, Alemania se vio inmersa en graves disturbios provocados por las condiciones de vida que sufrían sus ciudadanos desde el inicio del conflicto. El temor a que se produjera una revolución bolchevique planeó sobre los territorios del imperio e hizo temblar a sus dirigentes. Peter Fritzche en su libro “De alemanes a nazis 1914-1933 (Siglo Veintiuno Editores, 2006) dice al respecto que “Bajo los rigores de la guerra la sociedad alemana pareció disolverse lentamente en encolerizadas facciones […] Una corrupción sin precedentes dentro de la burocracia, pequeños vandalismos y delitos contra la propiedad realzaban la atmósfera de amargura y agresividad de la población”. La revolución de noviembre de 1918, con sus consejos de trabajadores y la posterior caída del Kaiser, provocaron graves enfrentamientos armados en todo el país.

Ante esta situación, el Ministerio del Interior de Prusia nombró a Weiss, condecorado con la Cruz de Hierro en la guerra en la que luchó como capitán de caballería, como Jefe Adjunto de la Policía Criminal de Berlín, la Kripo. Sus métodos no pasaron desapercibidos a sus superiores ni a sus compañeros. Weiss aplicó los avances científicos de la época en la resolución de crímenes con la mejora de los microscopios, con la incorporación de polígrafos más fiables, y de análisis de sangre más precisos. Además,  creó el primer laboratorio móvil de la historia del crimen – llamado de manera informal como el "vagón de Weiss" - que podía viajar a la escena del crimen, lo que mejoró la calidad de la recogida de las pruebas forenses. La tasa de resolución de crímenes llegó al 97% de los casos, y se llegó a comparar a la Kripo con el Scotland Yard británico.

En 1925, este auténtico pionero a la hora de renovar los métodos de la policía científica, se convirtió en el máximo responsable de la Kripo. Dos años más tarde, fue nombrado Vicecomisario de toda la policía de Berlín.

El papel de Weiss al frente, primero de la Kripo y después de toda la policía de Berlín, no fue fácil en la época que le tocó vivir: la República de Weimar. Este período histórico está comprendido entre el final de la Primera Guerra Mundial y el ascenso de Hitler al poder en 1933. Los primeros años de Weimar estuvieron marcados por la crisis política, económica, y social. La nueva república no gustaba al Ejército, ni a la burguesía nacionalista, ni a los grupos de extrema derecha, ni a los de extrema izquierda. El abogado y policía, que perteneció al Partido Democrático Alemán como Albert Einstein, intentó en todo momento que la policía de Berlín defendiera la democracia parlamentaria, con lo que se ganó enemigos a ambos lados del espectro político alemán.

El historiador Michael Burleigh, en su libro “El Tercer Reich” (Taurus, 2002), afirma que  “En la actitud de la policía con los extremistas durante la República influyeron la clase y una campaña de violencia terrorista. Por el contrario los nazis, salvo objetivos como el Vicecomisario de Berlín Bernhard Weiss, optaron […] por una actitud pasivo-agresiva hacia la policía y fueron retóricamente firmes en cuanto a la ley y el orden”. Burleigh añade que “Las simpatías de los policías probablemente se inclinasen por la derecha, aunque esto es difícil de determinar con cierta exactitud, ya que les estaba prohibido ingresar en el Partido Nazi, pero eso no quiere decir que no pudieran simpatizar secretamente con él”

En 1927 la policía de Berlín clausuró la sede local del Partido Nazi e interrumpió la recaudación de fondos y su propaganda editorial. Pero aquí no acabó su dureza respecto a los camisas pardas. En agosto el mismo año Weiss encarceló a 500 seguidores nazis cuando regresaban de un mitin en Nuremberg, acusándolos de pertenecer a una organización ilegal.

La presión de Weiss contra Partido Nazi fue tan intensa que en las elecciones locales en Berlín que se celebraron en mayo de 1928, los seguidores de Hitler solo obtuvieron el 1,5% de los votos. Fue entonces cuando la maquinaria propagandística nazi se puso en movimiento. El futuro Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, puso en su punto de mira al policía y comenzó una campaña de desprestigio en su diario Der Angriff (El Ataque). El hecho de ser judío y estar al frente de la policía de Berlín fue la munición que utilizaron los nazis contra Weiss. De esta manera se convirtió en el judío más odiado y estigmatizado de la República de Weimar.

La respuesta de Weiss fue demandar a Goebbels para impedir que hablara de él por difamarlo en este diario. El policía ganó varias veces sus batallas legales, pero con la llegada al poder de Adolf Hitler en 1933, Weiss fue despojado de su ciudadanía alemana al ser judío. Junto con su familia, Berhard Weiss emigró a Londres, donde murió de cáncer en 1951 a la edad de 71 años. Actualmente el atrio de la estación de Friedrichstrasse en Berlín lleva su nombre.








martes, 24 de abril de 2012

Zamiátin: un visionario en medio de la tormenta


¿Cómo describiríamos la época histórica que nos ha tocado vivir? ¿Son los años del cambio tecnológico, de la burbuja inmobiliaria, o de la sostenibilidad? ¿O son tal vez los años de la crisis económica sin fin? ¿Alguien imagina hacia dónde nos dirigimos, o el microblogging de Twitter está reduciendo nuestra imaginación a 140 caracteres de extensión?

A veces hay personas que ven más allá de lo que les rodea e imaginan cómo será el mundo de aquí a unos años, y se deciden a escribirlo. El pasado mes de marzo se cumplieron 75 años de la muerte del escritor E. Zamiátin, un auténtico visionario de la literatura de ciencia-ficción que se adelantó en décadas al imaginar, en los años 20 del pasado siglo, al precursor del “Gran Hermano” orwelliano: el “Gran Benefactor”.

El ruso Evgueni Zamiátin (1884- 1937) vivió en un período difícil calificar, pero eso sí, fue apasionante. Zamiátin nació bajo el gobierno del Zar, fue Ingeniero naval, vivió el hundimiento del Titanic, sufrió la Gran Guerra, apoyó a los bolcheviques, tuvo que exiliarse por sus ideas políticas comunistas, y sus camaradas prohibieron la publicación de su gran novela de ciencia ficción “Nosotros” (1921) donde aparece el “Gran Benefactor”.

La sensación que da ver en perspectiva la vida de este intelectual ruso es como correr bajo un cielo muy nublado y amenazante que está a punto de descargar una tormenta de grandes proporciones. Zamiátin nació como súbdito del Zar, y murió como un apátrida en Paris donde estaba refugiado al ser perseguido y censurado por el aparato represor de la URSS. Y todo gracias a dos obras. Una es “Nosotros” (prohibida en su país hasta 1988), y la otra es el libreto de la ópera de D. Shostakovich, “La Nariz” (1930). Las críticas que recibió y la marginación que sufrieron las obras del escritor durante esos años fueron el detonante que le llevó a redactar una carta al mismísimo Stalin pidiéndole que le dejara exiliarse con su mujer lejos de la URSS.

Zamiátin nació en 1884 en Lebedyán, localidad situada 300 kilómetros al sur de Moscú, en la que vivió también una temporada el escritor Mihail Bulgakov. El padre de Zamiátin era sacerdote ortodoxo y su madre, interprete musical. En 1902 el joven escritor empezó a estudiar ingeniería naval en el Instituto Politécnico de San Petersburgo mientras descubría las ideas políticas de los bolcheviques.

Tres años después, Zamiátin viajó durante 1905 a ciudades como Estambul, Salónica, Alejandría, o Jaffa, entre otros destinos. Pero la revolución de octubre le pilló en San Petersburgo donde participó activamente en ella, lo que le valió pasar una temporada en prisión y el exilio. En 1908 finalizó sus estudios. Empezó su carrera literaria en esa época, pero en solo dos años pasó de ser elogiado a estar proscrito. En 1913 publicó “La vida en provincias”, una sátira de la sociedad burguesa de provincias, por el que fue alabado como escritor. Pero en 1914, su relato anti belicista “En el fin del mundo”, que describe la vida en una guarnición en Siberia, le costó ser denunciado y procesado por el gobierno ruso.

A parte de la literatura, la otra pasión de Zamiátin era la construcción de barcos. Por este motivo, en 1916 fue enviado a la ciudad inglesa de Newcastle, en plena I Guerra Mundial para supervisar y dirigir la construcción de varios rompehielos. El ruso volvió a su patria justo después de la revolución, y formó parte de la naciente intelectualidad soviética.

Su gran éxito fue “Nosotros” (1921), novela de ciencia ficción que ha sido inspiradora de otras obras como “Un mundo feliz” (1932) de A. Huxley o “1984” (1948) de George Orwell. En su obra más conocida, influenciada por las novelas y relatos de H. G Wells, el ruso nos presenta una sociedad futura distópica o anti-utópica donde las personas no tienen nombre sino solo un número. Así, el protagonista es D-503, el constructor de una nave espacial, la “Integral”, que tiene como misión difundir en otros mundos las bondades de una sociedad que tiene como máximo dirigente al llamado “Gran Benefactor”. De esta manera, en “Nosotros” leemos los antecedentes del “Gran Hermano”, y descubrimos que los edificios en esta sociedad imaginada por el ruso son transparentes porque los ciudadanos-números no tienen nada que ocultar, y el sexo está racionado mediante cupones que dan derecho a él siempre que se encuentra alguien dispuesto a canjearlo. Los ciudadanos viven en ciudades aisladas del mundo exterior por el llamado Muro Verde.

La complejidad del planteamiento de Zamiátin lleva a leer la novela desde varias perspectivas como la filosófica, la religiosa, o desde el psicoanálisis. El escritor nos muestra una nueva sociedad, con nuevas reglas, que hace de las personas, unos seres humanos nuevos. Si son mejores o peores, si viven mejor o peor, es una decisión que nos toca a los lectores dilucidar.

Darko Suvin en su obra “Metamorfosis de la ciencia ficción” (1984) escribió sobre esta novela que, “trajo a la ciencia ficción rusa la conciencia de que un nuevo mundo utópico no puede ser un paraíso estático e invariable de una religión nueva, aunque se trate de una religión del acero, de las matemáticas, y de los vuelos interplanetarios.”

Pero sobre todo, esta novela destaca por su sentido del humor y por su sátira constante que no deja de sorprendernos. Fernando A. Moreno, en su introducción a la edición de la novela en  la editorial Cátedra el año pasado dice que “toda la novela es un enorme juego de dudas, patetismo, juegos con personas y con ideologías…Toda la novela es un inmenso y complejo juego con el lector y, desde luego, con sus protagonistas, que a más de un lector terminarán pareciendo tristes y patéticos”.

La otra gran obra de Zamiátin, aunque un poco olvidada, es la adaptación como libreto operístico del relato “La nariz” (1835) de Nikolai Gogol, escrito junto con el compositor Shostakóvich, y los escritores Georgy Ionin y Alexander Preis. Escrita entre 1927 y 1928, “La nariz” describe la historia del mayor del ejército Kovaliev cuya nariz abandona su cara y desarrolla su propia vida. En esta ópera ( a la izqda. una representación de la obra en el festival de Aix-en-Provence en 2011) podemos encontrar todo el sentido del humor y la sátira de Zamiátin que no deja títere con cabeza: militares, policías, funcionarios del gobierno, damas de la alta sociedad… Pero el aparato intelectual soviético recibió mal esta ópera. Después de su estreno en el Teatro Maly Operny de Leningrado el 18 de enero de 1930, solo se representó en dieciséis ocasiones, y no se reestrenó en la URSS hasta 1974.


Esta obra situó a Shostakovich y a Zamiátin en una delicada situación, sobre todo al escritor, que estaba viendo como sus obras no se representaban en los teatros, caso de su gran éxito “La Pulga”, y era puesto como ejemplo por otros intelectuales de “enemigo de la URSS”. Un año después del estreno de la ópera Zaimátin escribió a Stalin pidiéndole que le dejara exiliarse. En 1932, el escritor y su mujer se fueron a vivir a París.

Cinco años después, a los 53 años, Zamiátin murió en la capital gala. La prensa soviética no publicó noticia alguna del deceso. Triste final para uno de los más grandes visionarios y precursores de la literatura de ciencia ficción de todos los tiempos.







miércoles, 11 de abril de 2012

Philip K. Dick: la exégesis de un escritor maldito


La fama estuvo toda la vida rondando al escritor norteamericano de ciencia-ficción Philip K. Dick (1928-1982). Pero le llego tarde el reconocimiento al autor de novelas como  El hombre en el castillo (1963), ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) que inspiró la película Blade Runner, o Ubik (1969). Como otros muchos escritores calificados de “malditos”, Dick tuvo una vida llena de problemas económicos. Las adaptaciones al cine de algunas de sus obras, las constantes reediciones de sus novelas o relatos han solucionado la vida a su variada familia, que goza de los ingresos producidos por los derechos de autor que el escritor en vida apenas pudo disfrutar. Dick murió poco antes del estreno de Blade Runner, película que lo situó en ese punto de popularidad en el que el trabajo de un escritor o un artista empieza a ser descubierto por el gran público. Pero ese no fue el caso del norteamericano.

La lista de autores de ciencia ficción que apostaron por ese género, a pesar de saber que no era una salida profesional digna y que les condenaba a ser olvidados por las grandes editoriales, es casi interminable. Baste con citar al español Pascual Enguidanos (1923-2006), autor de la llamada “Saga Aznar” reconocida como la mejor serie de ciencia-ficción publicada en Europa, según la Convención Europea de Ciencia Ficción, celebrada en Bruselas en 1978).
Philip K. Dick es autor de numerosos relatos adaptados con mayor o menor fortuna al cine. Destacan La segunda variedad que se transformó en 1996 en Asesinos Cibernéticos, La paga, que se convirtió en Paychek en 2003, o El informe de la minoría (The minority report) llevada a la gran pantalla por S. Spielberg en 2002 con Tom Cruise como protagonista.

A la dcha. el director de cine R. Scott. a, la izda. P. K. D



La influencia de Philip K. Dick en el género de la ciencia-ficción es indudable ya desde sus primeras novelas escritas a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Por ellas desfilan gobiernos totalitarios, empresas que gobiernan veladamente las sociedades donde se encuentran, o las drogas como vehículo para la alteración de la consciencia pero promocionadas por empresas para que los ciudadanos no se den cuenta de la triste realidad que les rodea.
Gregg Rickman, el mayor cronista de Dick, propuso en Philip K. Dick. In his own words (1984) un esquema con tres etapas para orientarnos en la amplia obra dickiana:

  1. La primera (1951-1960), la etapa política, abarca desde los primeros cuentos hasta Confesiones de un artista de mierda.
  2. La segunda (1962-1970), la etapa metafísica, desde El hombre en el castillo hasta Fluyan mis lágrimas, dijo el policía.
  3. La última etapa (1974-1981), la etapa mesiánica, desde la experiencia VALIS hasta la publicación de La transmigración de Timothy Archer.[
No hay que olvidar las distopías  o ucronías como uno de los ejes argumentales que más cultivó Dick. El término ucronía es un género literario que se caracteriza porque la trama transcurre en un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como lo ocurrió en realidad. En El hombre del castillo, Premio Hugo en 1963, Dick sitúa la trama en los Estados Unidos, 15 años después de que las fuerzas del Eje hayan derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. En este mundo alternativo, el antiguo territorio de los Estados Unidos ha sido dividido en tres partes, ocupando su costa este fuerzas alemanas y la costa oeste fuerzas japonesas, ubicándose en medio una franja de estados autónomos.


El norteamericano también cultivó la distopía, llamada también antiutopía, que es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia. En la literatura hay abundantes ejemplos de distopías, pero baste con citar 1984 de G. Orwell, Fahrenheit 451 de R. Bradbury, o Un mundo feliz de A. Huxley.

 Como ejemplo de las distopías en Philip K. Dick tenemos La penúltima verdad (1964) donde la humanidad se encuentra recluida en unas ciudades subterráneas donde se ha refugiado después de estallar la 3ª Guerra Mundial mientras un grupo de políticos y dirigentes conduce la guerra en la superficie con la ayuda de ejércitos de robots que se fabrican en los asentamientos bajo tierra.

“Realidad es lo que no desaparece cuando has dejado de creer en ella.”, dice el escritor en su novela más autobiográfica, Valis (1981). Precisamente la capacidad para percibir la realidad como algo coherente y real, o como un engaño constante que incluiría saltos en el tiempo o la participación de robots con apariencia humana, son otro de sus temas preferidos.

Pero si hay una idea central que se aparece una y otra vez y que impregna la obra de Dick, es el de la percepción de la realidad, hecho directamente relacionado con los problemas mentales que padeció el norteamericano durante toda su vida.
En Valis, Dick escribe: “Uno de los primeros síntomas de la psicosis consiste en pensar que quizás se esté volviendo psicótico […] No se puede pensar en la locura sin convertirse en parte de ella.” Y añade que “Los que padecen perturbaciones mentales no aplican el principio de parsimonia científica: la teoría más simple para explicar un cierto conjunto de datos. Prefieren el barroquismo.” De esta manera, esta novela se convierte en una especie de auto psicoanálisis de Dick, que llega a la conclusión que es un enfermo mental, hecho que no le desagrada. Pero el tema que subyace en sus últimas novelas es el encuentro con una entidad divina llamada “Cebra”, o SIstema de VAsta INteligencia VIva (en inglés: Valis).

Contactara o no con una inteligencia superior, Dick empezó a escribir de manera compulsiva una especie de diario tras sus experiencias visionarias en febrero y marzo de 1974, a las que denominó "02.03.74". Estas visiones se iniciaron poco después de que el norteamericano se viera afectado por la extracción de una muela del juicio. Cuando una repartidora de la farmacia trajo su medicación para el dolor, se dio cuenta del collar Ichthys que llevaba y la preguntó qué quería decir. Ella respondió que se trataba de un símbolo utilizado por los primeros cristianos, y en ese momento comenzaron las experiencias religiosas de Dick. El escritor experimentó más visiones, incluyendo una presentación alucinatoria de patrones abstractos y una rica información de un haz de luz rosa.


Todos estos diarios, que suman más de 8.000 páginas, se agrupan bajo el título Exégesis. En la Exégesis, Dick teorizó sobre los orígenes y el significado de estas experiencias visionarias, concluyendo frecuentemente que eran de naturaleza religiosa. La palabra exégesis significa “extraer el significado de un texto dado”, y el concepto involucra una interpretación crítica y completa de un texto especialmente religioso.


Este pasado mes de noviembre se publicó el primer volumen de esta obra en inglés editada por  Houghton Mifflin. Con todo, la obra de Dick sigue siendo desconocida para la mayor parte del público lector de ciencia ficción de nuestro país. La diversidad y profundidad temática de sus obras hacen del norteamericano un autor de culto en estos inicios de siglo XXI.

viernes, 16 de marzo de 2012

"Compañía K": la obra maestra escondida


La editorial Libros del Silencio acaba de publicar la obra Compañía K del escritor norteamericano William March (1893-1954). La novela describe las experiencias que un grupo de soldados durante la Primera Guerra Mundial en primera persona. March dedica 113 pequeños episodios a cada uno de los integrantes de la Compañía K, y a través de sus historias nos podemos hacer una ligera idea de lo que fue aquel conflicto, y en general, cualquier guerra.

Esta novela, inédita en castellano hasta la fecha, es un claro antecedente de la literatura antibelicista, y se la ha comparado a veces con “Trampa 22” (1961) de Joseph Heller o “Sin novedad en el frente” (1929) de Erich Maria Remarque. March publicó su obra en 1933, cuando los ecos de la Gran Guerra habían dejado de sonar, y el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania y la consolidación del Fascismo en Italia no hacían presagiar un futuro sin conflictos armados.

La primera cuestión interesante sobre esta novela es que el autor escribe sobre una compañía concreta de los Marines norteamericanos que luchó desde 1917 en el sector de Verdún, en la batalla del bosque de Belleau, en la de Sant-Mihiel, en el ataque a Mont Blanc, y en la ofensiva del Meuse-Argonne. Como curiosidad sobre la batalla de Sant-Mihiel cabe destacar que entre las tropas norteamericanas, a parte de la Compañía K, participaron en ella dos protagonistas de la II Guerra Mundial: Douglas MacArthur mandando una brigada, y Georges Patton dirigiendo un batallón mixto de tanques franceses y norteamericanos.

La compañía K existió de verdad, y March perteneció a ella con todos los honores porque fue condecorado tres veces: con la Croix de Guerre francesa, y con las norteamericanas Cruz por Servicio Distinguido, y la Cruz de la Armada. Pero el autor va más allá de una mera descripción de hechos desagradables, curiosos o tristes relacionados con el día a día de un grupo de soldados. Como reconoce Philip D. Beidler, profesor de literatura norteamericana en la Universidad de Alabama en el prólogo al libro: “Su intención no es escribir únicamente acerca de su compañía de hombres en la guerra, sino acerca de cualquier compañía de hombres en cualquier guerra, acerca nada menos que de la guerra misma.”

Otra cuestión que hay que tener en cuenta es la falta de una tradición literaria en EE.UU a la hora de escribir sobre conflictos bélicos en los que han participado norteamericanos antes de la Primera Guerra Mundial. Si bien este país vivió una guerra civil sangrienta que dividió el país entre 1861 y 1865, las fuentes para conocer mejor ese conflicto no son literarias sino que están más cercanas al género epistolar, a la prensa de la época, o las autobiografías.  La fuerza arrolladora de la Gran Guerra cambió este panorama y dio voz a una generación de escritores como Dos Passos, Hemingway…y William March.

Acabado el conflicto, una nueva forma de novelar la guerra, de contar las situaciones y los momentos vividos en el frente europeo se fue abriendo paso en la literatura norteamericana. Se describía de una manera realista la guerra en todas sus dimensiones, pero, sobre todo, desde el punto de vista del combatiente, como ocurre con esta novela.

Ahora estamos acostumbrados a esa manera de narrar ya que la Segunda Guerra Mundial produjo todo un género literario propio con obras como “Los desnudos y los muertos” de Mailer o “Matadero 5” de Vonnegut, por citar algunas de ellas. Pero en el período de entreguerras, Compañía K fue un revulsivo literario de primer orden: por su innovación a la hora de presentar un relato fragmentado de los horrores de la guerra con capítulos cortos, y sobre todo por ir más allá del conflicto y hablar de la vuelta de los soldados a sus casas y de las secuelas que sufrieron.

Por las páginas de este libro desfila la buena suerte, los héroes a su pesar, los cobardes, también a su pesar, la neurosis de guerra, la mala suerte, los tipos listos, los perdedores, y también la ironía, ese elemento que no puede faltar en un libro sobre la guerra.

Compañía K retrata el microcosmos de la degradación, la miseria y la brutalidad, de la que son capaces los hombres que hacen la guerra a pie de trinchera. Hasta ahora ha permanecido oculta esta auténtica joya literaria. Pero ha llegado el momento de leerla, y de reivindicarla como una obra maestra de nuestro tiempo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Las Malvinas: heridas abiertas de color negro


Ha empezado poco a poco, una vez más, la vieja reivindicación argentina sobre las islas Malvinas a escasas fechas del treinta aniversario del conflicto que enfrentó al Reino Unido y al país austral. Primero un artículo en la prensa de aquel país, después un reportaje, seguidamente un editorial… La guerra, el mayor conflicto aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial,  se desarrolló entre el 2 de abril, día del desembarco argentino en las islas, y el 14 de junio de 1982, fecha del cese de hostilidades entre los dos países.

Pero la chispa que ha encendido la reacción argentina ante esta fecha tan delicada en su historia han sido unas maniobras militares británicas en la zona en las que está participando el príncipe Guillermo de Inglaterra.

La elección del calendario de unas maniobras militares casi nunca es inocente. Hay muchos ejemplos. Los ejercicios tácticos que realizan conjuntamente las armadas de EE.UU o de Corea del Sur, y que ponen en estado de alarma a Corea del Norte. O las maniobras que programó el ejército chino en diciembre de 2011 cerca de la frontera con Pakistán cuando los EE.UU aumentaron el número de tropas en la zona. O las que realiza Irán el Golfo Pérsico….

El diario Daily Mail publicó el pasado 3 de febrero que el gobierno británico iba a enviar a las Malvinas un submarino nuclear y al  HMS Dauntless, el destructor más moderno de la Marina Real británica. La reacción argentina no se hizo esperar. El Ministro de Defensa de aquel país, Augusto Puricelli declaró al día siguiente que, " Me parece que es una ostentación innecesaria de poder de fuego". Para redondear el tema, la presidenta argentina anunció el miércoles 8 de febrero que denunciará ante la ONU la “militarización” de las Malvinas por parte británica.

Como curiosidad, a principios del mes de febrero el diario británico “The Sunday Times”  publicaba un reportaje donde daba los detalles de  cómo tendrían que hacerlo los argentinos para conquistar las Falklands (como se las conoce en el Reino Unido).  Según el experto militar Mike Clapp una operación de comandos argentinos podría capturar el aeródromo de las islas, un espacio vital para la defensa y abastecimiento de las islas.

Según este experto, “Un avión de pasajeros, falsamente pintado con los colores de la bandera de Chile, parte de Argentina en un vuelo no previsto a las Malvinas. Parece un vuelo comercial como cualquier otro, pero en su interior viajan fuerzas especiales. Se acerca a las islas y se dirige hacia el aeródromo de Mount Pleasant, la base de los cuatro aviones de combate británicos Typhoon. David Cameron (primer ministro británico) es alertado. ¿Pero se atrevería a derribar un avión de línea desarmado que, aparentemente, transporta a civiles?”. Según este supuesto, la guarnición militar británica de 130 soldados sería pillada desprevenida. Este posibilidad  tiene en cuenta que el objetivo militar más importante es el aeródromo de las islas ya que, como reconoce un comandante británico “No seremos capaces de recuperar las Malvinas si ellos consiguen el aeródromo”.
En 1982 se enviaron dos portaviones para reconquistar las Malvinas pero ahora el Reino Unido no dispone de ninguno. Preguntado por este hipotético escenario el general Julian Thompson, responsable militar de la primera fase del conflicto en 1982 respondió que “Sin portaviones, hasta el último recluta sabe que es imposible recuperar las Malvinas”.
El archipiélago de las Malvinas está formado por algo más de doscientas islas, donde se destacan dos islas principales: la isla Gran Malvina al oeste, con una superficie de 4.377 km²; y la isla Soledad al este, con 6.353 km². La habitan unas tres mil personas dedicadas, en su mayoría a la ganadería y sobre todo a la pesca. Pero el verdadero tema de fondo, a parte de las reivindicaciones históricas, es otro. El British Geological Survey anunció la presencia de una zona de exploración de petróleo de 200 millas alrededor de las islas en 1993, y los primeros sondeos sísmicos sugieren la posibilidad de reservas substanciales capaces de producir 500.000 barriles de petróleo por día. Recientemente se han descubierto cuencas petroleras al sur y al norte del archipiélago.
De todas maneras, en el actual contexto de crisis económicas y de recortes, es extraño que un país como Reino Unido gaste millones de euros para enviar sus mejores barcos y submarinos al otro lado del mundo. O ¿estarán lanzando una advertencia a Argentina? Tal vez sea esta: ¡los yacimientos de petróleo son nuestros!