martes, 24 de abril de 2012

Zamiátin: un visionario en medio de la tormenta


¿Cómo describiríamos la época histórica que nos ha tocado vivir? ¿Son los años del cambio tecnológico, de la burbuja inmobiliaria, o de la sostenibilidad? ¿O son tal vez los años de la crisis económica sin fin? ¿Alguien imagina hacia dónde nos dirigimos, o el microblogging de Twitter está reduciendo nuestra imaginación a 140 caracteres de extensión?

A veces hay personas que ven más allá de lo que les rodea e imaginan cómo será el mundo de aquí a unos años, y se deciden a escribirlo. El pasado mes de marzo se cumplieron 75 años de la muerte del escritor E. Zamiátin, un auténtico visionario de la literatura de ciencia-ficción que se adelantó en décadas al imaginar, en los años 20 del pasado siglo, al precursor del “Gran Hermano” orwelliano: el “Gran Benefactor”.

El ruso Evgueni Zamiátin (1884- 1937) vivió en un período difícil calificar, pero eso sí, fue apasionante. Zamiátin nació bajo el gobierno del Zar, fue Ingeniero naval, vivió el hundimiento del Titanic, sufrió la Gran Guerra, apoyó a los bolcheviques, tuvo que exiliarse por sus ideas políticas comunistas, y sus camaradas prohibieron la publicación de su gran novela de ciencia ficción “Nosotros” (1921) donde aparece el “Gran Benefactor”.

La sensación que da ver en perspectiva la vida de este intelectual ruso es como correr bajo un cielo muy nublado y amenazante que está a punto de descargar una tormenta de grandes proporciones. Zamiátin nació como súbdito del Zar, y murió como un apátrida en Paris donde estaba refugiado al ser perseguido y censurado por el aparato represor de la URSS. Y todo gracias a dos obras. Una es “Nosotros” (prohibida en su país hasta 1988), y la otra es el libreto de la ópera de D. Shostakovich, “La Nariz” (1930). Las críticas que recibió y la marginación que sufrieron las obras del escritor durante esos años fueron el detonante que le llevó a redactar una carta al mismísimo Stalin pidiéndole que le dejara exiliarse con su mujer lejos de la URSS.

Zamiátin nació en 1884 en Lebedyán, localidad situada 300 kilómetros al sur de Moscú, en la que vivió también una temporada el escritor Mihail Bulgakov. El padre de Zamiátin era sacerdote ortodoxo y su madre, interprete musical. En 1902 el joven escritor empezó a estudiar ingeniería naval en el Instituto Politécnico de San Petersburgo mientras descubría las ideas políticas de los bolcheviques.

Tres años después, Zamiátin viajó durante 1905 a ciudades como Estambul, Salónica, Alejandría, o Jaffa, entre otros destinos. Pero la revolución de octubre le pilló en San Petersburgo donde participó activamente en ella, lo que le valió pasar una temporada en prisión y el exilio. En 1908 finalizó sus estudios. Empezó su carrera literaria en esa época, pero en solo dos años pasó de ser elogiado a estar proscrito. En 1913 publicó “La vida en provincias”, una sátira de la sociedad burguesa de provincias, por el que fue alabado como escritor. Pero en 1914, su relato anti belicista “En el fin del mundo”, que describe la vida en una guarnición en Siberia, le costó ser denunciado y procesado por el gobierno ruso.

A parte de la literatura, la otra pasión de Zamiátin era la construcción de barcos. Por este motivo, en 1916 fue enviado a la ciudad inglesa de Newcastle, en plena I Guerra Mundial para supervisar y dirigir la construcción de varios rompehielos. El ruso volvió a su patria justo después de la revolución, y formó parte de la naciente intelectualidad soviética.

Su gran éxito fue “Nosotros” (1921), novela de ciencia ficción que ha sido inspiradora de otras obras como “Un mundo feliz” (1932) de A. Huxley o “1984” (1948) de George Orwell. En su obra más conocida, influenciada por las novelas y relatos de H. G Wells, el ruso nos presenta una sociedad futura distópica o anti-utópica donde las personas no tienen nombre sino solo un número. Así, el protagonista es D-503, el constructor de una nave espacial, la “Integral”, que tiene como misión difundir en otros mundos las bondades de una sociedad que tiene como máximo dirigente al llamado “Gran Benefactor”. De esta manera, en “Nosotros” leemos los antecedentes del “Gran Hermano”, y descubrimos que los edificios en esta sociedad imaginada por el ruso son transparentes porque los ciudadanos-números no tienen nada que ocultar, y el sexo está racionado mediante cupones que dan derecho a él siempre que se encuentra alguien dispuesto a canjearlo. Los ciudadanos viven en ciudades aisladas del mundo exterior por el llamado Muro Verde.

La complejidad del planteamiento de Zamiátin lleva a leer la novela desde varias perspectivas como la filosófica, la religiosa, o desde el psicoanálisis. El escritor nos muestra una nueva sociedad, con nuevas reglas, que hace de las personas, unos seres humanos nuevos. Si son mejores o peores, si viven mejor o peor, es una decisión que nos toca a los lectores dilucidar.

Darko Suvin en su obra “Metamorfosis de la ciencia ficción” (1984) escribió sobre esta novela que, “trajo a la ciencia ficción rusa la conciencia de que un nuevo mundo utópico no puede ser un paraíso estático e invariable de una religión nueva, aunque se trate de una religión del acero, de las matemáticas, y de los vuelos interplanetarios.”

Pero sobre todo, esta novela destaca por su sentido del humor y por su sátira constante que no deja de sorprendernos. Fernando A. Moreno, en su introducción a la edición de la novela en  la editorial Cátedra el año pasado dice que “toda la novela es un enorme juego de dudas, patetismo, juegos con personas y con ideologías…Toda la novela es un inmenso y complejo juego con el lector y, desde luego, con sus protagonistas, que a más de un lector terminarán pareciendo tristes y patéticos”.

La otra gran obra de Zamiátin, aunque un poco olvidada, es la adaptación como libreto operístico del relato “La nariz” (1835) de Nikolai Gogol, escrito junto con el compositor Shostakóvich, y los escritores Georgy Ionin y Alexander Preis. Escrita entre 1927 y 1928, “La nariz” describe la historia del mayor del ejército Kovaliev cuya nariz abandona su cara y desarrolla su propia vida. En esta ópera ( a la izqda. una representación de la obra en el festival de Aix-en-Provence en 2011) podemos encontrar todo el sentido del humor y la sátira de Zamiátin que no deja títere con cabeza: militares, policías, funcionarios del gobierno, damas de la alta sociedad… Pero el aparato intelectual soviético recibió mal esta ópera. Después de su estreno en el Teatro Maly Operny de Leningrado el 18 de enero de 1930, solo se representó en dieciséis ocasiones, y no se reestrenó en la URSS hasta 1974.


Esta obra situó a Shostakovich y a Zamiátin en una delicada situación, sobre todo al escritor, que estaba viendo como sus obras no se representaban en los teatros, caso de su gran éxito “La Pulga”, y era puesto como ejemplo por otros intelectuales de “enemigo de la URSS”. Un año después del estreno de la ópera Zaimátin escribió a Stalin pidiéndole que le dejara exiliarse. En 1932, el escritor y su mujer se fueron a vivir a París.

Cinco años después, a los 53 años, Zamiátin murió en la capital gala. La prensa soviética no publicó noticia alguna del deceso. Triste final para uno de los más grandes visionarios y precursores de la literatura de ciencia ficción de todos los tiempos.







miércoles, 11 de abril de 2012

Philip K. Dick: la exégesis de un escritor maldito


La fama estuvo toda la vida rondando al escritor norteamericano de ciencia-ficción Philip K. Dick (1928-1982). Pero le llego tarde el reconocimiento al autor de novelas como  El hombre en el castillo (1963), ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) que inspiró la película Blade Runner, o Ubik (1969). Como otros muchos escritores calificados de “malditos”, Dick tuvo una vida llena de problemas económicos. Las adaptaciones al cine de algunas de sus obras, las constantes reediciones de sus novelas o relatos han solucionado la vida a su variada familia, que goza de los ingresos producidos por los derechos de autor que el escritor en vida apenas pudo disfrutar. Dick murió poco antes del estreno de Blade Runner, película que lo situó en ese punto de popularidad en el que el trabajo de un escritor o un artista empieza a ser descubierto por el gran público. Pero ese no fue el caso del norteamericano.

La lista de autores de ciencia ficción que apostaron por ese género, a pesar de saber que no era una salida profesional digna y que les condenaba a ser olvidados por las grandes editoriales, es casi interminable. Baste con citar al español Pascual Enguidanos (1923-2006), autor de la llamada “Saga Aznar” reconocida como la mejor serie de ciencia-ficción publicada en Europa, según la Convención Europea de Ciencia Ficción, celebrada en Bruselas en 1978).
Philip K. Dick es autor de numerosos relatos adaptados con mayor o menor fortuna al cine. Destacan La segunda variedad que se transformó en 1996 en Asesinos Cibernéticos, La paga, que se convirtió en Paychek en 2003, o El informe de la minoría (The minority report) llevada a la gran pantalla por S. Spielberg en 2002 con Tom Cruise como protagonista.

A la dcha. el director de cine R. Scott. a, la izda. P. K. D



La influencia de Philip K. Dick en el género de la ciencia-ficción es indudable ya desde sus primeras novelas escritas a mediados de los años cincuenta del siglo pasado. Por ellas desfilan gobiernos totalitarios, empresas que gobiernan veladamente las sociedades donde se encuentran, o las drogas como vehículo para la alteración de la consciencia pero promocionadas por empresas para que los ciudadanos no se den cuenta de la triste realidad que les rodea.
Gregg Rickman, el mayor cronista de Dick, propuso en Philip K. Dick. In his own words (1984) un esquema con tres etapas para orientarnos en la amplia obra dickiana:

  1. La primera (1951-1960), la etapa política, abarca desde los primeros cuentos hasta Confesiones de un artista de mierda.
  2. La segunda (1962-1970), la etapa metafísica, desde El hombre en el castillo hasta Fluyan mis lágrimas, dijo el policía.
  3. La última etapa (1974-1981), la etapa mesiánica, desde la experiencia VALIS hasta la publicación de La transmigración de Timothy Archer.[
No hay que olvidar las distopías  o ucronías como uno de los ejes argumentales que más cultivó Dick. El término ucronía es un género literario que se caracteriza porque la trama transcurre en un mundo desarrollado a partir de un punto en el pasado en el que algún acontecimiento sucedió de forma diferente a como lo ocurrió en realidad. En El hombre del castillo, Premio Hugo en 1963, Dick sitúa la trama en los Estados Unidos, 15 años después de que las fuerzas del Eje hayan derrotado a los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. En este mundo alternativo, el antiguo territorio de los Estados Unidos ha sido dividido en tres partes, ocupando su costa este fuerzas alemanas y la costa oeste fuerzas japonesas, ubicándose en medio una franja de estados autónomos.


El norteamericano también cultivó la distopía, llamada también antiutopía, que es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia. En la literatura hay abundantes ejemplos de distopías, pero baste con citar 1984 de G. Orwell, Fahrenheit 451 de R. Bradbury, o Un mundo feliz de A. Huxley.

 Como ejemplo de las distopías en Philip K. Dick tenemos La penúltima verdad (1964) donde la humanidad se encuentra recluida en unas ciudades subterráneas donde se ha refugiado después de estallar la 3ª Guerra Mundial mientras un grupo de políticos y dirigentes conduce la guerra en la superficie con la ayuda de ejércitos de robots que se fabrican en los asentamientos bajo tierra.

“Realidad es lo que no desaparece cuando has dejado de creer en ella.”, dice el escritor en su novela más autobiográfica, Valis (1981). Precisamente la capacidad para percibir la realidad como algo coherente y real, o como un engaño constante que incluiría saltos en el tiempo o la participación de robots con apariencia humana, son otro de sus temas preferidos.

Pero si hay una idea central que se aparece una y otra vez y que impregna la obra de Dick, es el de la percepción de la realidad, hecho directamente relacionado con los problemas mentales que padeció el norteamericano durante toda su vida.
En Valis, Dick escribe: “Uno de los primeros síntomas de la psicosis consiste en pensar que quizás se esté volviendo psicótico […] No se puede pensar en la locura sin convertirse en parte de ella.” Y añade que “Los que padecen perturbaciones mentales no aplican el principio de parsimonia científica: la teoría más simple para explicar un cierto conjunto de datos. Prefieren el barroquismo.” De esta manera, esta novela se convierte en una especie de auto psicoanálisis de Dick, que llega a la conclusión que es un enfermo mental, hecho que no le desagrada. Pero el tema que subyace en sus últimas novelas es el encuentro con una entidad divina llamada “Cebra”, o SIstema de VAsta INteligencia VIva (en inglés: Valis).

Contactara o no con una inteligencia superior, Dick empezó a escribir de manera compulsiva una especie de diario tras sus experiencias visionarias en febrero y marzo de 1974, a las que denominó "02.03.74". Estas visiones se iniciaron poco después de que el norteamericano se viera afectado por la extracción de una muela del juicio. Cuando una repartidora de la farmacia trajo su medicación para el dolor, se dio cuenta del collar Ichthys que llevaba y la preguntó qué quería decir. Ella respondió que se trataba de un símbolo utilizado por los primeros cristianos, y en ese momento comenzaron las experiencias religiosas de Dick. El escritor experimentó más visiones, incluyendo una presentación alucinatoria de patrones abstractos y una rica información de un haz de luz rosa.


Todos estos diarios, que suman más de 8.000 páginas, se agrupan bajo el título Exégesis. En la Exégesis, Dick teorizó sobre los orígenes y el significado de estas experiencias visionarias, concluyendo frecuentemente que eran de naturaleza religiosa. La palabra exégesis significa “extraer el significado de un texto dado”, y el concepto involucra una interpretación crítica y completa de un texto especialmente religioso.


Este pasado mes de noviembre se publicó el primer volumen de esta obra en inglés editada por  Houghton Mifflin. Con todo, la obra de Dick sigue siendo desconocida para la mayor parte del público lector de ciencia ficción de nuestro país. La diversidad y profundidad temática de sus obras hacen del norteamericano un autor de culto en estos inicios de siglo XXI.

viernes, 16 de marzo de 2012

"Compañía K": la obra maestra escondida


La editorial Libros del Silencio acaba de publicar la obra Compañía K del escritor norteamericano William March (1893-1954). La novela describe las experiencias que un grupo de soldados durante la Primera Guerra Mundial en primera persona. March dedica 113 pequeños episodios a cada uno de los integrantes de la Compañía K, y a través de sus historias nos podemos hacer una ligera idea de lo que fue aquel conflicto, y en general, cualquier guerra.

Esta novela, inédita en castellano hasta la fecha, es un claro antecedente de la literatura antibelicista, y se la ha comparado a veces con “Trampa 22” (1961) de Joseph Heller o “Sin novedad en el frente” (1929) de Erich Maria Remarque. March publicó su obra en 1933, cuando los ecos de la Gran Guerra habían dejado de sonar, y el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania y la consolidación del Fascismo en Italia no hacían presagiar un futuro sin conflictos armados.

La primera cuestión interesante sobre esta novela es que el autor escribe sobre una compañía concreta de los Marines norteamericanos que luchó desde 1917 en el sector de Verdún, en la batalla del bosque de Belleau, en la de Sant-Mihiel, en el ataque a Mont Blanc, y en la ofensiva del Meuse-Argonne. Como curiosidad sobre la batalla de Sant-Mihiel cabe destacar que entre las tropas norteamericanas, a parte de la Compañía K, participaron en ella dos protagonistas de la II Guerra Mundial: Douglas MacArthur mandando una brigada, y Georges Patton dirigiendo un batallón mixto de tanques franceses y norteamericanos.

La compañía K existió de verdad, y March perteneció a ella con todos los honores porque fue condecorado tres veces: con la Croix de Guerre francesa, y con las norteamericanas Cruz por Servicio Distinguido, y la Cruz de la Armada. Pero el autor va más allá de una mera descripción de hechos desagradables, curiosos o tristes relacionados con el día a día de un grupo de soldados. Como reconoce Philip D. Beidler, profesor de literatura norteamericana en la Universidad de Alabama en el prólogo al libro: “Su intención no es escribir únicamente acerca de su compañía de hombres en la guerra, sino acerca de cualquier compañía de hombres en cualquier guerra, acerca nada menos que de la guerra misma.”

Otra cuestión que hay que tener en cuenta es la falta de una tradición literaria en EE.UU a la hora de escribir sobre conflictos bélicos en los que han participado norteamericanos antes de la Primera Guerra Mundial. Si bien este país vivió una guerra civil sangrienta que dividió el país entre 1861 y 1865, las fuentes para conocer mejor ese conflicto no son literarias sino que están más cercanas al género epistolar, a la prensa de la época, o las autobiografías.  La fuerza arrolladora de la Gran Guerra cambió este panorama y dio voz a una generación de escritores como Dos Passos, Hemingway…y William March.

Acabado el conflicto, una nueva forma de novelar la guerra, de contar las situaciones y los momentos vividos en el frente europeo se fue abriendo paso en la literatura norteamericana. Se describía de una manera realista la guerra en todas sus dimensiones, pero, sobre todo, desde el punto de vista del combatiente, como ocurre con esta novela.

Ahora estamos acostumbrados a esa manera de narrar ya que la Segunda Guerra Mundial produjo todo un género literario propio con obras como “Los desnudos y los muertos” de Mailer o “Matadero 5” de Vonnegut, por citar algunas de ellas. Pero en el período de entreguerras, Compañía K fue un revulsivo literario de primer orden: por su innovación a la hora de presentar un relato fragmentado de los horrores de la guerra con capítulos cortos, y sobre todo por ir más allá del conflicto y hablar de la vuelta de los soldados a sus casas y de las secuelas que sufrieron.

Por las páginas de este libro desfila la buena suerte, los héroes a su pesar, los cobardes, también a su pesar, la neurosis de guerra, la mala suerte, los tipos listos, los perdedores, y también la ironía, ese elemento que no puede faltar en un libro sobre la guerra.

Compañía K retrata el microcosmos de la degradación, la miseria y la brutalidad, de la que son capaces los hombres que hacen la guerra a pie de trinchera. Hasta ahora ha permanecido oculta esta auténtica joya literaria. Pero ha llegado el momento de leerla, y de reivindicarla como una obra maestra de nuestro tiempo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Las Malvinas: heridas abiertas de color negro


Ha empezado poco a poco, una vez más, la vieja reivindicación argentina sobre las islas Malvinas a escasas fechas del treinta aniversario del conflicto que enfrentó al Reino Unido y al país austral. Primero un artículo en la prensa de aquel país, después un reportaje, seguidamente un editorial… La guerra, el mayor conflicto aeronaval desde la Segunda Guerra Mundial,  se desarrolló entre el 2 de abril, día del desembarco argentino en las islas, y el 14 de junio de 1982, fecha del cese de hostilidades entre los dos países.

Pero la chispa que ha encendido la reacción argentina ante esta fecha tan delicada en su historia han sido unas maniobras militares británicas en la zona en las que está participando el príncipe Guillermo de Inglaterra.

La elección del calendario de unas maniobras militares casi nunca es inocente. Hay muchos ejemplos. Los ejercicios tácticos que realizan conjuntamente las armadas de EE.UU o de Corea del Sur, y que ponen en estado de alarma a Corea del Norte. O las maniobras que programó el ejército chino en diciembre de 2011 cerca de la frontera con Pakistán cuando los EE.UU aumentaron el número de tropas en la zona. O las que realiza Irán el Golfo Pérsico….

El diario Daily Mail publicó el pasado 3 de febrero que el gobierno británico iba a enviar a las Malvinas un submarino nuclear y al  HMS Dauntless, el destructor más moderno de la Marina Real británica. La reacción argentina no se hizo esperar. El Ministro de Defensa de aquel país, Augusto Puricelli declaró al día siguiente que, " Me parece que es una ostentación innecesaria de poder de fuego". Para redondear el tema, la presidenta argentina anunció el miércoles 8 de febrero que denunciará ante la ONU la “militarización” de las Malvinas por parte británica.

Como curiosidad, a principios del mes de febrero el diario británico “The Sunday Times”  publicaba un reportaje donde daba los detalles de  cómo tendrían que hacerlo los argentinos para conquistar las Falklands (como se las conoce en el Reino Unido).  Según el experto militar Mike Clapp una operación de comandos argentinos podría capturar el aeródromo de las islas, un espacio vital para la defensa y abastecimiento de las islas.

Según este experto, “Un avión de pasajeros, falsamente pintado con los colores de la bandera de Chile, parte de Argentina en un vuelo no previsto a las Malvinas. Parece un vuelo comercial como cualquier otro, pero en su interior viajan fuerzas especiales. Se acerca a las islas y se dirige hacia el aeródromo de Mount Pleasant, la base de los cuatro aviones de combate británicos Typhoon. David Cameron (primer ministro británico) es alertado. ¿Pero se atrevería a derribar un avión de línea desarmado que, aparentemente, transporta a civiles?”. Según este supuesto, la guarnición militar británica de 130 soldados sería pillada desprevenida. Este posibilidad  tiene en cuenta que el objetivo militar más importante es el aeródromo de las islas ya que, como reconoce un comandante británico “No seremos capaces de recuperar las Malvinas si ellos consiguen el aeródromo”.
En 1982 se enviaron dos portaviones para reconquistar las Malvinas pero ahora el Reino Unido no dispone de ninguno. Preguntado por este hipotético escenario el general Julian Thompson, responsable militar de la primera fase del conflicto en 1982 respondió que “Sin portaviones, hasta el último recluta sabe que es imposible recuperar las Malvinas”.
El archipiélago de las Malvinas está formado por algo más de doscientas islas, donde se destacan dos islas principales: la isla Gran Malvina al oeste, con una superficie de 4.377 km²; y la isla Soledad al este, con 6.353 km². La habitan unas tres mil personas dedicadas, en su mayoría a la ganadería y sobre todo a la pesca. Pero el verdadero tema de fondo, a parte de las reivindicaciones históricas, es otro. El British Geological Survey anunció la presencia de una zona de exploración de petróleo de 200 millas alrededor de las islas en 1993, y los primeros sondeos sísmicos sugieren la posibilidad de reservas substanciales capaces de producir 500.000 barriles de petróleo por día. Recientemente se han descubierto cuencas petroleras al sur y al norte del archipiélago.
De todas maneras, en el actual contexto de crisis económicas y de recortes, es extraño que un país como Reino Unido gaste millones de euros para enviar sus mejores barcos y submarinos al otro lado del mundo. O ¿estarán lanzando una advertencia a Argentina? Tal vez sea esta: ¡los yacimientos de petróleo son nuestros!



miércoles, 14 de diciembre de 2011

1918: ¡Dejad que los aviones alemanes bombardeen Paris!


Casi un siglo después del inicio de la Gran Guerra en 1914, este conflicto continúa generando informaciones interesantes. El pasado mes de septiembre, el blog norteamericano Ptak Science Books reveló la existencia de unos planes del gobierno francés para construir una réplica de la ciudad de Paris en 1918: A Paris Made to be Destroyed--Sham Paris, 1917/18. Realmente estos planes fueron hechos públicos por la revista francesa L’Illustration en su número del 2 de octubre de 1920. Además, estas informaciones fueron recogidas y ampliadas por “The Illustrated London News” en su número del seis de noviembre de 1920 que acompañaba la noticia con varias fotos y planos de la supuesta ciudad fantasma.

Los orígenes del plan los encontramos en 1917 cuando los bombarderos Gotha hacen sus primeras incursiones contra Londres. El gobierno francés piensa que Paris está dentro del radio de acción de este tipo de aviones y pone en marcha esta curiosa iniciativa. Bajo el impulso de la Secretaría de Estado de la Aeronáutica y la Defensa Aérea, se plantea no solo recrear algunas calles de la ciudad sino toda la aglomeración urbana que sea posible. Hay que tener en cuenta que estamos en una época donde el radar no existía y los bombardeos se realizaban “a ojo”. Es decir, que dependían de la cualidad visual de los tripulantes de los aviones.

La revista francesa L’Ilustration recoge parte de un informe oficial donde se dice que “Las dificultades de ejecución serian grandes”, y añade que “sería necesario utilizar un brazo del Sena parecido al que atraviesa la ciudad, y no un artificio de camuflaje. Hace falta que las zonas designadas para los bombardeos del enemigo no estén cerca de localidades habitadas”.

En este sentido el alto mando francés eligió tres áreas: el nordeste, el noroeste y el este de Paris. En el primer caso se debía de construir replicas de Saint Dennis, Aubervilliers, y dos estaciones falsas de tren como la Gare Est y la Gare du Nord.  “Sin olvidar –añade- las fábricas que pueblan este barrio del norte de Paris”. En las otras zonas se debía reproducir líneas férreas o los Campos Elíseos, entre otros puntos destacados. En todo caso el gobierno reconocía que “los servicios antiaéreos no disponen de ningún medio para realizar esta obra y deben de dirigirse a la industria privada”

Detrás de cada gran proyecto o idea hay una persona encargada de llevarlo a cabo. En este caso el gobierno francés pensó en ingeniero, de origen italiano, Fernand Jacopozzi que se había encargado antes de iniciarse el conflicto armado de iluminar la Torre Eiffel o los Campos Elíseos, entre otros lugares. El primer proyecto que se pensó en construir fue al noreste de Saint Dennis, concretamente en Orme de Morlu.

En este sitio se pensó en construir la falsa Gare del Este, situada entre las localidades de Seyran y Villepinte. Esta parte del plan establecía la construcción de vias férreas, trenes estacionados, y una fábrica trabajando a pleno rendimiento con chimeneas humeantes. Los edificios se harían de madera y estarían recubiertos con "lienzos pintados, tensados y translúcidos, para imitar los techos de vidrio sucio de los edificios". La principal dificultad fue la intensidad de iluminación  « para llamar la atención del enemigo, pero no sus sospechas »

En toda esta operación destacaba "el arte de la ingeniería eléctrica", según publicó la revista inglesa.  Se utilizaron "lámparas de vapores producidos artificialmente que, alternativamente, producían luces de colores diferentes (blanco, amarillo y rojo)," para imitar las producidas en las viviendas. Por otro lado, se utilizaban luces laterales que proyectaban luz hacia afuera, como si provinieran de las ventanas de dichos inmuebles. Pero al final, fue la realización de un tren en movimiento lo más costoso y difícil. Se trataba de un "dispositivo de camuflaje extendido que medía de 1800 a 2000 metros, y su iluminación iba gradualmente desde un extremo a otro".

En un número de 1930 de la Revue Militaire se ofrecían más datos sobre este proyecto. Según esta revista las instalaciones estaban listas para ser puestas en marcha justo “después del último ataque alemán en París en septiembre de 1918;". Pero en la revista un militar francés deja claro que era un experimento, y no estaban basadas en la “experiencia”.

Con todo, la audacia del gobierno francés es digna de elogio al poner en marcha un proyecto de tal envergadura. Al final, los franceses querían que los alemanes bombardearan Paris, pero el “falso” Paris, claro.


jueves, 17 de noviembre de 2011

Francia se prepara para el centenario de la Primera Guerra Mundial


Los conflictos armados dejan una huella mucho más profunda de lo que los historiadores o los políticos suelen pensar. Una vez finalizados, pasan los años, y los sentimientos que han generado surgen como por arte de magia. Solo con darse un paseo por los pequeños pueblos de Francia, de Italia o de Gran Bretaña nos daremos cuenta de que sigue en pie algún monumento en recuerdo a los caídos en la I Guerra Mundial. Incluso en ciudades como Venecia o en la estación de tren de Charing Cross de Londres hay placas en la pared con cientos de nombres de los soldados que murieron en alguna de las batallas de aquel conflicto.

Por este motivo, no es de extrañar que Francia esté preparando una serie de eventos para recordar el inicio en 1914 de la I GM. El presidente Sarkozy ha encargado al historiador Joseph Zimet la organización de un programa ambicioso que recibe el nombre de “Conmemorar la Gran Guerra (2014-2020: propuestas para un centenario internacional”. En un reciente artículo en la revista francesa “L’Histoire”, Zimet hace un repaso de las principales citas que se están ultimando.

Según Zimet, adjunto a la dirección de la Dirección para la Memoria, el Patrimonio y los Archivos (DMPA) en el Ministerio de Defensa francés, el centenario del inicio de la Gran Guerra está concebido como un tríptico. La primera parte  se desarrollará en 2014 alrededor de ciertas fechas clave del conflicto. Se iniciará el 28 de junio en Sarajevo, el lugar donde se atentó contra la vida  del archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la Corona Austro-Húngara. El programa seguirá el 14 de julio con un desfile en los Campos Elíseos de las tropas de todos los países participantes en esta guerra. Otras fechas señaladas en el calendario serán el 2 de agosto, día de la movilización general en Francia, o el 6 de septiembre, que marca el inicio de la batalla del Marne.

En una segunda fase, las celebraciones se realizarán en los diferentes departamentos franceses que albergaron escenarios bélicos como Artois, Chemin des Dames, o Verdún. La tercera parte de este ambicioso programa se centrará en el armisticio, en los tratados de paz que rediseñaron Europa en 1919, y también fijará su atención en la desmovilización de los ejércitos y en la reincorporación de sus soldados a la vida civil. En el año 2020 tiene previsto Francia finalizar este vasta conmemoración, ya que se celebra el centenario de la inhumación de la tumba del Soldado Desconocido. Será el punto y final de lo que, en palabras de Zimet, es “el evento fundamental del siglo XX”.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La nueva estrategia del Dragón


Hace unos días el diario francés “Le Figaro” publicó un artículo donde alertaba de una nueva estrategia comercial de las empresas chinas. Se trata de comprar el derecho a utilizar el nombre de una marca comercial de fabricantes de televisores o equipos electrónicos, en este caso franceses, como Thomson o Alcatel, para introducir en el mercado mundial productos chinos de la marca TCL. De esta manera, la venta de licencias comerciales para poner el nombre de una marca conocida a un producto chino se está convirtiendo en un lucrativo negocio. Según el vicepresidente de TCL Europa, Didier Juin “si Thomson ha perdido una parte de su notoriedad, la marca conserva su capital confianza y continúa su percepción como producto que ofrece una buena relación calidad-precio”.

La estrategia del grupo empresarial chino es sencilla. TCL ha elegido el nombre de la marca francesa para colocar en el mercado sus televisores de gama media, mientras que en la gama alta mantiene su denominación original. Con estas dos marcas, la empresa china ya ha conseguido el 4% de las ventas de TV en Francia. Se trata de un doble negocio ya que, por una parte, TCL ha entrado con fuerza en el mercado francés y europeo gracias al reconocimiento de los compradores de la marca Thomson. Y por otro lado, el propietario de la marca, la sociedad Technicolor, ha encontrado una manera de explotar la licencia del nombre comercial de la antigua compañía de productos electrónicos.

Parece que este camino de comerciar con las marcas para atraer al consumidor no es exclusivo de Francia. La empresa holandesa Philips anunció la pasada primavera la creación de una empresa mixta (en la que tendrá el 30% de las acciones) con la china TPV. El objetivo es fabricar televisores que lleven el nombre de la multinacional europea pero fabricados por la empresa china. La nueva empresa será responsable del diseño, fabricación, distribución, comercialización y ventas en todo el mundo del negocio de Televisión de Philips, con la excepción de China, India, Estados Unidos, Canadá, México y algunos países de América del Sur.

Pero todas las marcas chinas no apuestan por comprar estas licencias occidentales. Las hay que apuestan por crear ellas mismas su propio sello comercial. Es el caso de Haier, propiedad de la empresa Changdong, que exporta a todo el mundo bajo este nombre europeizado.