martes, 18 de enero de 2011

El frágil equilibrio egipcio



A finales del pasado mes de noviembre me encontraba de viaje por Egipto con mi pareja. Concretamente en El Cairo. De camino para ver las Pirámides de Giza, unas obras al borde de la autopista llamaron nuestra atención. Se trataba de algún tipo de iglesia copta que rápidamente fotografié y que ahora ustedes pueden contemplar en este blog. A parte de que el recinto es grande, nos llamó la atención que los obreros utilizaron varias vigas de madera para hacer cruces en el tejado. Una manera curiosa de llamar la atención y, tal vez, de decir que aquello no era una nueva mezquita sino una iglesia cristiana. Al día siguiente nos enteramos que la autoridad municipal de El Cairo quería paralizar las obras. Ello llevó a miles de coptos a manifestarse ante la iglesia en construcción portando biblias y cruces cristianas. Se produjeron disturbios y murió un joven copto de 19 años por los disparos de la policía. La noticia la vimos en el canal de Al Jazeera en el hotel.


Días después en el Mar Rojo, una turista alemana de 70 años moría después de un ataque de un tiburón. Previamente varias personas resultaron heridas también por el ataque de otro tiburón a finales de noviembre. Si a todo ello sumamos el atentado de Alejandría contra una iglesia copta, y la muerte el pasado miércoles 12 de enero de un copto en un tren a manos de un policía fuera de servicio, el resultado es que el frágil equilibrio que sustenta a la sociedad egipcia puede romperse.


Y uno de los factores negativos para esta sociedad es que el turismo se resienta con todos estos sucesos. El pasado 31 de diciembre, el ministro de Turismo egipcio Zoheir Grema reconoció que las nuevas reservas turísticas para visitar el país habían bajado un 65%. Y eso, sin producirse el atentado de Alejandría del uno de enero.


Egipto se enfrenta a una crisis que toca uno de los puntos fuertes de su economía como es el turismo (el otro es el Canal de Suez). La tensión no resuelta entre la minoría copta, que representa un 10% de una población cercana a los 85 millones de habitantes, y los musulmanes puede dañar la imagen exterior de Egipto. Hay que añadir a todo lo expuesto antes, los problemas de salud del presidente Mubarak, de 82 años, que se deja ver poco en público. Con todo, las suculentas divisas que deja el turismo y el canal parece que no revierten en la sociedad. Tomemos como ejemplo Túnez, país modélico por conjugar turismo y una sociedad religiosa moderada. En tan solo unos días las protestas por la subida de los alimentos y las decenas de muertos han producido que los turistas cancelen sus reservas y suman al país en una crisis. Algo similar podría pasar en Egipto. Lo último es la inmolación de una persona a las puertas del Parlamento de aquel país por las condiciones laborales que sufría el 17 de enero. Precisamente el 17 de diciembre una persona también se inmoló en Túnez por causas similares y dió pie a una revuelta que ha sacado del poder al dictador de aquel país. De todas maneras, la tensión religiosa es un indicador de que algo pasa uno de los países más turísticos del mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario