El MUVIM de Valencia dedica una
completa exposición que recorre la vida y obra del escritor, político,
periodista y aventurero valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Un personaje del que
todos han oído hablar pero que pocos conocen su biografía llena de increíbles
sucesos. La vida de Blasco Ibáñez da para escribir una novela por la cantidad
de aventuras que vivió, y que en esta exposición podemos conocer con más
detalle.
La dimensión pública de Blasco
Ibáñez en su época no se puede comparar con nada. Si viviera hoy en día podría
parecerse a una estrella de cine o a un grupo musical de moda. Para comprobar
esto último nos podemos detener en la llegada de los restos mortales del
escritor a la ciudad de Valencia a principios de los años treinta del pasado
siglo. El presidente del gobierno de turno decretó cinco días de permiso para
los funcionarios que quisieran ir a su entierro. De hecho, miles de personas se
agolparon en el puerto de Valencia para escoltar sus restos hasta el
cementerio.
Su final fue digno de la vida que
vivió. El escritor basculó entre lo excesivo para la época, y lo apasionado de
un idealista que puso en marcha, por ejemplo, una colonia agrícola en Argentina
llamada “Nueva Valencia”. Blasco Ibáñez ganó mucho dinero en vida, y también lo
perdió todo y se arruinó. Se rehízo gracias a la venta de las adaptaciones de
algunos de sus libros a la gran pantalla, concretamente a diversas productoras
de Hollywood. El escritor valenciano fue todo un visionario para su época por
apostar por el cine como medio de difusión de sus obras, y además, no tuvo
reparos en hacer los cambios precisos en sus novelas para mejorar los guiones
cinematográficos.
En la exposición se pueden ver
los contratos originales que firmó con empresas como la Metro Goldwyn Mayer,
que le pagó una fortuna para la época por la compra de los derechos de algunos
de sus libros como “Sangre y Arena”, “Mare Nostrum” o “Los cuatro jinetes del
Apocalipsis”. Precisamente, la adaptación de esta última, en 1962 ya fallecido
Blasco Ibáñez, reportó a sus herederos más de diez millones de pesetas de la
época.
De todos los aspectos tratados en
la exposición, se echa en falta el estudio de la relación entre Blasco Ibáñez y
la música. Amante de la ópera, el escritor era devoto de la música de Beethoven
y de Wagner. De hecho, uno de sus cuatro hijos se llamó Sigfrido, héroe nórdico
y protagonista de una ópera del compositor alemán estrenada en 1876. En su
novela “Entre Naranjos”, podemos leer una reflexión sobre Beethoven que hace un
personaje: “El loco del doctor tenía dos santos: Castelar y Beethoven, cuyos
retratos figuraban en todas las habitaciones de su casa, hasta en el granero.
Ese Beethoven (por si no lo sabéis), es un italiano o inglés, no lo sé cierto,
de esos que se sacan la música de la cabeza para que la toquen en los teatros”.
La exposición es muy recomendable
para saber un poco más del personaje valenciano más internacional del siglo XX.
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