martes, 12 de junio de 2012

Los diarios de la historia: Ana Frank y Petr Ginz


De todas las maneras que tenemos los humanos para recordar alguna época o pasaje de la historia, seguramente la más emotiva y directa es a través de los diarios. Escritos en primera personas, los diarios hacen públicos hechos y detalles poco conocidos de la historia de un país, ciudad, o región. Pero de entre todos los diarios que se han escrito, o que se han hecho públicos, tal vez los escritos por niños o adolescentes durante un período de guerra son los más interesantes. Como afirma el vicesecretario general de la ONU Olara A. Otunnu, “Las voces de estos niños y niñas nos ayudan a comprender cómo los horrores de la guerra  destruyen la inocencia de la infancia y corrompen el bien más precioso que poseemos: nuestros niños”.

Cuando pensamos en diarios escritos por niños durante una guerra, el primer ejemplo en el que pensamos es el Diario de Ana Frank. Escrito entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, por una joven holandesa de origen alemán en un Amsterdam ocupado por las tropas nazis. En un principio, la forma de este diario fue epistolar, pero Ana después de escuchar por la radio al ministro de educación holandés en el exilio afirmando que después de la guerra se tendrían que publicar todos los testimonios del sufrimiento de su pueblo, decidió reescribirlo y darle una forma más cercana al diario.

La familia Frank vivió en un escondrijo situado en una casa en un canal en el lado occidental de Amsterdam desde el 9 de julio de 1942 hasta principios del mes agosto de 1944. El 4 de agosto de ese año, la Gestapo entró en la casa en la que se refugiaban los Frank y los detuvo a todos gracias a una persona que les delató. A día de hoy la identidad del delator o delatores es todavía un misterio.
Ana fue enviada al campo de concentración de Auschwitz el 2 de septiembre de ese mismo año, y posteriormente al de Bergen-Belsen donde murió de tifus el 12 de marzo de 1945, casi un mes antes de que los aliados llegaran a las puertas del campo. Dos de las personas que protegían a la familia de Ana guardaron el diario por si la joven volvía del campo de concentración.

El único miembro de la familia Frank que sobrevivió al encierro fue el padre, Otto. Después de recuperar el diario, el patriarca de la familia decidió publicarlo en 1947 con el título de “La casa de atrás”. Para su publicación Otto Frank tomó la versión original del diario y la combinó con otra que había escrito su hija de una manera más abreviada.
 La diferencia del diario de Ana Frank con el resto de diarios escritos por niños o adolescentes es la angustia vital de quién se sabe encerrado en una ratonera como Amsterdam y, además, oye y ve al gato en forma de soldados nazis y policías de la Gestapo.  

Otro diario menos conocido es el que escribió el joven checo Petr Ginz (Praga 1928- Austchwitz 1944) entre 1941 y 1942 en la ciudad de Praga. Dotado de un talento polifacético para la creación artística, la lectura de los diarios de Ginz nos proporciona una visión única de la situación que se vivió en la Praga ocupada por los nazis. A diferencia de otros diarios, Ginz que contaba con trece años cuando empezó a escribirlo, no pretendía realizar una obra literaria sino más bien anotaba todo lo que sucedía en su entorno. De esta manera el 1 de octubre de 1941 anota que “Han fusilado a un montón de gente por preparar sabotajes, por tenencia ilegal de armas, etc”. El 23 de noviembre del mismo año, Ginz escribe que “Los transportes a Polonia (de judíos) han quedado provisionalmente suspendidos (hasta ahora salieron 5.000 personas en cinco transportes) y vuelven a llevarse a la gente a trabajar a Terezin (campo de concentración situado a 60 kilómetros al noroeste de Praga)”.

La característica que hace de este diario un documento de excepción, a veces superior al escrito por Ana Frank, es que Ginz cuenta en primera persona cómo afecta a la comunidad judía de Praga la ocupación nazi. El joven escribe cómo se organizan los convoyes a los campos de concentración de Polonia, cómo el Consejo de Judíos ayuda en la logística de los envíos de familias enteras a los campos, cómo actúan los simpatizantes nazis checos, y cómo se requisan en diciembre de 1941 todos los esquís o botas de invierno a los judíos para enviarlos al frente de Rusia.


Ginz sintetiza en una frase todo lo que está viendo: “En realidad pasan muchas cosas, pero no se notan. Lo que resulta ahora totalmente corriente, hubiese sido motivo de escándalo en una época normal”. El joven también escribe un poema que refleja todas las penurias que tienen que sufrir los judíos de su ciudad. En uno de los versos dice:

“Acostúmbrate a ir a pie

Haga buen tiempo o llueva.

No salgas de tu edificio

Y ni se te ocurra tomar el tren”



Ginz añade al final que:

“[…] pero el judío sigue sin quejarse.

Solo atiende al reglamento y sigue siempre con todo contento”

El joven fue trasladado al gueto de Terezin en octubre de 1942 donde siguió dibujando y escribiendo. Fundó, junto con otros presos, Vedem, un semanario donde publicó poemas, relatos, y dibujos. En 1944 fue deportado al campo de Auschwitz donde murió el 28 de septiembre gaseado. Curiosamente en esa época Ana Frank estuvo también en el mismo campo que Ginz, aunque los prisioneros vivían separados por sexos, hasta que el 28 de octubre cuando fue trasladada al de Bergen-Belsen.

Un dibujo del planeta Tierra visto desde la Luna fue elegido por el astronauta israelí Ilan Ramón para llevarlo consigo en la misión del transbordador Columbia que se realizó en 2003. Cuando la nave espacial reentró en la atmosfera se partió en dos, y toda la tripulación murió. El accidente ocurrió el 1 de febrero de 2003, fecha que coincidía con el 75 aniversario del nacimiento de Ginz.