jueves, 31 de marzo de 2011

¡No estamos para congresos!




Desde que el hombre tiene uso de razón se han organizado congresos en todo el mundo. Todas las actividades profesionales lo tienen, y los periodistas por supuesto. Pero la celebración, y el programa, de “Periodistes y Periodismes Valencians en democracia” co-organizado por la Unió de Periodistes y la Universidad de Valencia y que se realizará del 28 de marzo al 1 de abril, me ha sorprendido.



Con la que le está cayendo a la profesión periodística nos atrevemos a hacer unas jornadas para mirarnos el ombligo con mesas redondas y ponencias sobre el periodismo político, económico, cultural, deportivo, y así, hasta el infinito. Como si estuviéramos en una feria donde hay que mostrar el músculo de la profesión, desfilarán por este congreso colegas de diferentes medios y ramas periodísticas. Bueno, en algunos casos, se trata de auténticos supervivientes del tsunami que está viviendo la profesión estos últimos años.



Francamente, sentarse a hablar de lo bien que lo hacemos, de lo que cuesta dedicarse a esto, o de lo que pasó en mi medio cuando cayeron las Torres Gemelas, tiene interés cuando estás en primero de carrera. Ahora necesitamos unas jornadas de Salvación Nacional para evaluar hacia donde debe de ir la profesión y los profesionales que estamos atrapados en ella en estos momentos tan difíciles. Solo hay una conferencia (“Periodistes per a salvar el periodisme”) que puede tener un mínimo interés. El resto es previsible.



Es más, por los contenidos que ofrece el congreso se podría haber celebrado hace 20 o 30 años. Pero en la época que nos está tocando vivir debemos pensar en cómo mejorar la calidad de vida de los periodistas. Y con este congreso, lo único que vamos a fomentar es la nostalgia periodística de las épocas pasadas. Por cierto, una de las salidas profesionales más interesantes actualmente (el periodismo digital) parece que no tiene cabida en el congreso.



Y para que nadie pueda decir que mi opinión es puramente destructiva aquí va mi hoja de ruta para la Unió de Periodistes, de la que soy miembro desde hace ocho años. Hay tres líneas de trabajo en las que se tendría que incidir: más formación para el reciclaje profesional (creo que aquí la Unió está respondiendo adecuadamente desde hace meses eso sí), un nuevo local más amplio para que los periodistas podamos tener un espacio, de trabajo propio para desarrollar nuestra actividad profesional si no tenemos un sitio para ello, y estudiar la creación de una cooperativa para que los periodistas freelance puedan facturar sus trabajos a través de ella.



Estos deberían ser, en mi humilde opinión, los objetivos básicos a corto y medio plazo que se deberían de marcar los profesionales agrupados en la Unió. Los congresos, las fotos con este o con aquel… creo que es mejor dejarlos para otros momentos. Ahora toca apretar los dientes.

miércoles, 30 de marzo de 2011

¡Manolo, vente para Canadá!





La industria del ocio digital se está moviendo a una velocidad vertiginosa gracias a las redes sociales que han conseguido que la aldea global que McLuhan pronosticó hace décadas sea una realidad a golpe de clic en nuestros teléfonos móviles o en nuestros ordenadores portátiles. ¿Quién está detrás de todas las aplicaciones que aparecen en Facebook o en Internet? Pues se trata de miles de empresas que han visto en las redes sociales o en la web una oportunidad de negocio a nivel global.


Hace unos días asistí al desayuno de trabajo sobre “Los Desafíos de las TIC ante el Ocio Interactivo Digital” organizado por el Instituto Tecnológico de Informática de la Universidad Politécnica de Valencia. En este evento se presentó su informe sobre las tendencias de las tecnologías de la información y las comunicaciones para el Ocio Interactivo. Una de las conclusiones más interesantes es que el sector de los videojuegos es uno de los que está en alza en la economía mundial. Además, es el que suscita mayor interés por parte de un número creciente de usuarios.


Está comprobado que cuanto más aumente el uso de las redes sociales, menor consumo de música offline y de TV se da entre los usuarios. Este estudio demuestra eso, y alguna cosa más, como que el ocio digital es una oportunidad enorme para las empresas. Pero esta oportunidad demanda unas sinergias entre empresas como programadores informáticos, diseñadores gráficos, estudios de doblaje, músicos, etc. La clave está en desarrollar este tipo de industria para fortalecer el potencial innovador de nuestra economía.


Pero lo más interesante fueron las experiencias sobre el terreno digital de José Luis Feito, empresario y creador de la empresa de servicios digitales Crossmedia. Feito destacó que la mentalidad globalizadora es lo más importante para poner en marcha una empresa de ocio digital. Y además, hay países como Canadá que se están mostrando muy agresivos en este terreno recibiendo con las manos abiertas a emprendedores. Según Feito, que acaba de abrir una sucursal de su empresa en aquel país, el gobierno local de Quebec subvenciona económicamente con un 40% del proyecto de ocio digital que se les presente. Sus homólogos de Toronto, por su parte, pagan el 37,5% de los gastos de personal que necesite la empresa de nueva creación en suelo canadiense.


Así pues, la fuga de cerebros de Europa hacia Canadá está siendo considerable hacia ese país. Así que lo de “Manolo, vente para Alemania” se ha convertido en “Manolo, vente para Canadá”.

jueves, 3 de marzo de 2011

La lección de Irán



Algo ha cambiado en la diplomacia norteamericana desde la llegada, primero de Obama a la presidencia, y después de Hillary Clinton a la Secretaría de Estado que se encarga de los asuntos internacionales de este país. Es indudable que EE.UU está midiendo muy bien los tiempos, declaraciones, y acciones en toda la crisis que está afectando a los países del mundo árabe como Túnez, Egipto o Libia. Esta actitud de la diplomacia norteamericana no tiene nada que ver con anteriores administraciones. Y es que, desde la crisis de Irán en 1979, el gobierno de los EE.UU ha tenido tiempo para reflexionar sobre cómo tratar una crisis en un país importante estratégicamente.


En aquella ocasión, los norteamericanos se posicionaron con el Sha Mohammad Reza Pahlevi y contra el sentir del pueblo iraní. A resultas de aquella decisión, los EE.UU perdieron un importante aliado en la zona, además de uno de los mayores productores de petróleo del mundo que desde entonces no ha dejado de financiar grupos terroristas por todo el mundo.


Desde hace décadas EE.UU ha estado apoyando, en mayor o en menor medida, a los dirigentes de Túnez (Ben Ali y a su esposa la controvertida Leila Trabelsi), de Egipto (Hosni Mubarak y familia) y Libia (Gaddafi e hijos). La razón para estar al lado de todos estos dirigentes déspotas la encontramos en la creencia de que esos mandatarios eran los garantes de la paz y el orden en una zona que podría caer en manos de los islamistas si no se gobernaba con mano dura. De nuevo el fantasma de Irán parecía regir los designios de la diplomacia americana. En Egipto, por ejemplo, el estado de excepción que daba plenos poderes a Mubarak duró treinta años.


La falta de libertades democráticas en países con una clase media en construcción, pero que tiene acceso a Internet y que tiene una ventana al mundo exterior gracias a las antenas parabólicas, ha provocado la revuelta en muchos de esos países. La liberalización económica si no va acompañada de unas mayores cuotas de liberalización democrática provoca que el poder se perpetúe y que pase de padres a hijos. Además, la corrupción se extiende y las desigualdades crecen a un ritmo vertiginoso.


Todo lo antes expuesto lo ha visto venir EE.UU. En el caso de Túnez y de Egipto ha dejado que todo se precipite, mientras la diplomacia trabajaba en la sombra para encontrar una solución rápida que no afecte a los intereses americanos en la región. Pero, por primera vez en muchos años, una revuelta en un país árabe no acaba con la quema de banderas estadounidenses. Algo está cambiando. Tal vez la razón esté en que es una mujer quién controla las relaciones internacionales de EE.UU. Y es que Hillary, es mucha Hillary.